Be cool my friend
Recientemente, Quim Monzó ha dedicado dos de sus artículos en La Vanguardia al llamado “empaquetado genérico o estándar” del tabaco. En el artículo una “Una jugada maestra”, explicaba el potencial de una idea tan sencilla (y maquiavélica, en palabras del propio Monzó) como es la de reducir la imagen de marca a la nada para frenar su atractivo y así reducir el consumo de tabaco, y se preguntaba quién había tenido la genial idea.
En un artículo posterior “Un cerebro prodigioso” Monzó glosa, gracias a la información proporcionada por un lector, la figura de Tibor Kalman, el artífice de esa idea.
Diez años después de esa genial idea plasmada en el artículo “Losing their cool” de Kalman en el New York Times, y tras revisar las evidencias científicas de su eficacia, varios gobiernos quieren utilizar el empaquetado genérico como medida de control del tabaquismo.
Como avanzó Kalman y nos recordaba Monzó, el empaquetado genérico puede hacer que fumar no sea cool. O lo que es lo mismo, que no fumar sea cool. O que por lo menos no fumar sea “lo normal”. Las actuales cajetillas son un anuncio portátil de tabaco y un signo de identidad de las personas fumadoras. Por eso, su deconstrucción contribuye a reducir el atractivo de las marcas para los jóvenes, a despejar conceptos erróneos acerca de la nocividad relativa de las distintas marcas en base a sus colores y diseño y, además, ayuda a realzar las advertencias sanitarias en las cajetillas.
Esteve Fernández. Unidad de Control del Tabaquismo. ICO-IDIBELL